Adiós, sombrilla, hola, rutina: Cómo sobrevivir al fin de las vacaciones de verano
Se acabaron las siestas a la sombra, las cervezas al atardecer en la playa y los viajes improvisados. La vuelta al cole, al trabajo y a la rutina acecha tras la esquina, y con ella, ese sentimiento agridulce del fin del verano. Sí, amigos, el periodo estival llega a su fin y toca cambiar el chip y volver a la realidad.
Pero no os preocupéis, que no cunda el pánico. Que la melancolía postvacacional no os arruine el aterrizaje. En este artículo os vamos a dar las claves para afrontar el síndrome postvacacional, retomar las buenas costumbres sin morir en el intento y empezar septiembre con energía (o al menos, sin que parezca que volvéis de la guerra).
Primero, asumamos la realidad: las vacaciones de verano, por mucho que nos gusten, no son eternas. Tienen fecha de caducidad. Y aunque a muchos nos cueste aceptarlo, la vuelta a la rutina también tiene su lado bueno: reencontrarse con los compañeros de trabajo (o del colegio, según el caso), volver a las actividades que nos llenan y, por qué no decirlo, dejar de comer y beber como si no hubiera un mañana.
Para muchos, el final de las vacaciones de verano supone un auténtico drama. Se acaban los días de relax, la desconexión total y la libertad absoluta para hacer lo que nos apetezca, cuando nos apetezca. Y claro, la perspectiva de volver a madrugar, a las obligaciones y al estrés del día a día no resulta precisamente apetecible.
Pero como decíamos, no todo es malo. La vuelta a la rutina también tiene sus ventajas. Retomar el contacto con nuestros compañeros, volver a nuestras aficiones y rutinas, e incluso ponernos al día con las series que dejamos a medias puede ser un revulsivo positivo. Además, septiembre es un mes ideal para empezar nuevos proyectos con energía renovada y para aplicar todo lo aprendido durante las vacaciones.
Ventajas y Desventajas del Fin de las Vacaciones de Verano
Para verlo más claro, vamos a analizar las dos caras de la moneda:
Ventajas | Desventajas |
---|---|
Volver a ver a los compañeros y amigos | Madrugar y volver a la rutina laboral/escolar |
Retomar las aficiones y actividades que nos gustan | Decir adiós al relax y la desconexión vacacional |
Empezar nuevos proyectos con energía renovada | Enfrentarse a la acumulación de trabajo/tareas pendientes |
Disfrutar de la tranquilidad de la ciudad sin aglomeraciones | Echar de menos el buen tiempo y los planes al aire libre |
En definitiva, el fin de las vacaciones de verano es un proceso inevitable que, como todo en esta vida, tiene sus cosas buenas y sus cosas no tan buenas. Lo importante es afrontarlo con una actitud positiva y con ganas de comernos el mundo (o al menos, el último trimestre del año). ¡Ánimo, que ya queda menos para las próximas vacaciones!
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